La simplicidad y claridad son fundamentales para que una marca logre captar la atención y fidelidad de los consumidores. Un aspecto clave en este proceso es la pronunciabilidad del nombre comercial, que impacta directamente en la percepción, recordación y recomendación de una marca. Según estudios en marketing y psicolingüística, aproximadamente el 70% de los consumidores prefieren marcas cuyos nombres sean fáciles de pronunciar, ya que esto facilita tanto la recordación como la difusión de la marca.
El fenómeno conocido como «efecto de la pronunciabilidad» destaca la relación entre la facilidad de articulación de un nombre y su impacto en la memoria del consumidor. Las marcas con nombres que se pueden pronunciar con facilidad tienen una ventaja significativa, ya que su retención en la memoria es un 30% mayor en comparación con aquellas cuyos nombres resultan complicados de decir. Esta diferencia afecta la percepción que los consumidores tienen de la marca y su disposición para recomendarla a otros.
El impacto de la pronunciabilidad va más allá de la memoria; también influye en la familiaridad que los consumidores desarrollan con la marca, lo cual tiene implicaciones directas en las decisiones de compra y en la lealtad a largo plazo. Las marcas con nombres complejos enfrentan una disminución del llamado «efecto de fluencia», un principio psicológico que se refiere a la facilidad con la que el cerebro procesa una palabra o concepto. Los nombres difíciles de pronunciar reducen este efecto en un 33%, lo que dificulta la conexión de los consumidores con los productos o servicios asociados a la marca.
Además, un nombre difícil de pronunciar afecta la viralidad de la marca, ya que la probabilidad de que un consumidor recomiende una marca cuyo nombre le resulta complicado de decir disminuye un 40%. En la era digital, donde la inmediatez y la capacidad de compartir información son claves para el crecimiento de una marca, la facilidad para mencionar su nombre en conversaciones, redes sociales y búsquedas en línea es crucial para su consolidación.
Marcas de renombre, como Häagen-Dazs, Bvlgari, Givenchy y Yves Saint Laurent, enfrentan desafíos debido a la complejidad fonética de sus nombres, lo que genera dudas entre los consumidores sobre cómo pronunciarlos correctamente. Este tipo de dificultades lingüísticas puede generar confusión, especialmente en mercados internacionales, donde los nombres pueden no seguir las reglas fonéticas locales.
Sin embargo, existen casos donde una marca con un nombre complicado ha logrado superar estos obstáculos. Jägermeister, a pesar de la dificultad para pronunciar su nombre, ha logrado consolidarse como un referente en la cultura nocturna y el entretenimiento. Mediante una estrategia centrada en el patrocinio de eventos musicales y la creación de cócteles populares como el «Jägerbomb», la marca ha sabido transformar su complejidad en una ventaja, convirtiéndose en un ícono de la fiesta.
Aunque un nombre difícil no impide el éxito, sí presenta retos adicionales en la construcción de una identidad de marca. La originalidad y diferenciación son esenciales, pero no deben eclipsar la importancia de la pronunciabilidad. A medida que las marcas buscan destacar en un mercado saturado, encontrar el equilibrio adecuado entre ser único y ser fácilmente recordado puede ser la clave para garantizar su éxito a largo plazo.