En los primeros días de las redes sociales, volverse viral era el máximo logro: una estrella dorada de reconocimiento instantáneo. Sin embargo, con la evolución de las plataformas y nuevos algoritmos, la relevancia de la viralidad ha cambiado drásticamente.
Plataformas como TikTok han democratizado la viralidad, favoreciendo la participación sobre el número de seguidores. Esto significa que cualquiera con una idea creativa puede captar una audiencia masiva, sin necesidad de grandes recursos de producción.
El dilema de la viralidad
Aunque volverse viral puede impulsar el reconocimiento a corto plazo, no es sostenible como estrategia a largo plazo. Los momentos virales carecen frecuentemente de la profundidad necesaria para construir una comunidad duradera alrededor de una marca.
Con la diversidad de plataformas y algoritmos cambiantes, la viralidad se ha convertido en un objetivo móvil y difícil de alcanzar. El contenido que triunfa en un lugar puede pasar desapercibido en otros, y el volumen abrumador de contenido compite constantemente por la atención del usuario.
¿Qué pueden hacer las marcas?
La calidad y la coherencia son clave. Más que buscar la viralidad instantánea, las marcas deben centrarse en generar compromiso sostenido con su audiencia. Esto implica crear contenido que resuene con los valores y intereses de sus seguidores, promoviendo así una comunidad auténtica y comprometida.
Si bien la viralidad aún tiene su lugar en la estrategia digital, las marcas deben priorizar el compromiso a largo plazo sobre los momentos efímeros de fama en línea. Crear una comunidad genuina y significativa en torno a sus valores y productos es lo que sustenta el éxito duradero en las redes sociales.